martes, 5 de abril de 2016

Libros de ocasión

©Javier Vila, Rastro, Madrid, marzo 2016

Cuando yo era un adolescente los libros eran caros. Acudíamos al biblobus a que nos los prestaran cada viernes a primera hora de la tarde en cuatro caminos. Luego, cuando había muchas ganas de tener uno para siempre, ahorrábamos de la paga. Ahora los libros no valen nada. Tienen precio, si, pero no se les confiere valor. Dicen que en España se publican muchos y se leen pocos. No se. El otro día en Barcelon, frente a una librería del Barrio de Gracia, el librero había dejado unos ejemplares de aquellas novelas clásicas que editaba Salvat y que muchos teníamos en el mueble bar de la casa de nuestros padres en el barrio de nuestra infancia (y que algunos incluso leímos), con un cartel que decía "pos agafar algú" o algo por el estilo. Pero allí estaban, nadie les emportaba... Un amigo librero de "ocasión" ha llegado a venderlos al peso, a tanto el kilo, como las patatas viejas. Ya ni la palabra "libros" se sostiene en las marquesinas de los negocios. Sólo permanece la "ocasión", cosas de la edad.

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